No tuve un destello milagroso que revelara mi destino. A la psicología llegué por accidente.
Una conocida presentó sus documentos para el Instituto de psicoanálisis, y algo hizo click en mí. Me subí al tren en el último momento.
Ahora, después de años de práctica y de experiencia de psicoanálisis personal, comprendo que no fue ningún accidente. Siempre tuve muchas preguntas sobre mí misma y de la gente que me rodeaba. Y yo iba a los lugares donde, según me parecía, encontraría respuestas.
Cada vez que miro hacia atrás, me alegro que haya sido el psicoanálisis. Respeto todos los métodos, sin embargo, no es por nada que el psicoanálisis sea considerado el curso principal de la psicología profunda.